Nala es una bebé muy grande llena de pelo, que no tiene idea de su tamaño. Cuando Thaís, su madre humana, se sienta en la silla, corre para sentarse con ella, sin entender que el espacio es solo para una persona.

Cuando Thaís está conduciendo o haciendo algo en el celular, Nala exige que una de las manos le acaricie el pecho y las orejas. Ella se cree dueña de la casa y lo es. Y como tal, por supuesto, necesita estar en todo.

Nala es una hija consentida y una compañera confidente sin comparación. Ni el paseo con la mejor amiga se le escapa a la mirada de la Border Collie, que se queda al lado de Thaís en el sofá, con la cabeza en su regazo.

Thaís bromea diciendo que Nala es una verdadera sombra siguiendo sus pasos y participando activamente de su vida. Lo más lindo de esta historia es que quien aprende y gana con todo esto es la misma Thaís, completamente apasionada por su hija.